La verdadera devoción. San Luis Mª Grignion de Montfort

Este texto es mucho más que un libro, una producción intelectual, sino que es el resultado de una meditación vital, pues fue el alimento y el pensamiento de toda la vida de San Luis Mª Grignion de Montfort. La mejor manera de amar a un santo, de tenerle devoción, aparte de conocer bien su vida; es compenetrarse con su espiritualidad, su carisma y para ello es necesario empaparse de sus escritos, meditar su palabra íntima ya que ellos son su palabra viva. Los escritos de Montfort son pura teología católica, aprendida en los libros, pero no puramente científica, académica sino meditada en la oración. Los escritos de Montfort son mística meditada en el alma y vivida, son el palpitar vital de un corazón rebosante de amor a Jesucristo, a su cruz y a su Madre. Están cuajados de oraciones y elevaciones espirituales al mismo tiempo que se encuentran cargados de un profundo contenido doctrinal, sus obras son el resumen de una vida llena de Dios, su testamento espiritual.
Juan Pablo II nos dejó su testimonio personal al descubrir los escritos de este apóstol de la Santísima Virgen que inspiró su escudo y lema, primero episcopal, posteriormente pontificio.
«Totus tuus (Todo tuyo). Esta fórmula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: es algo más. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo cristocéntrico. Gracias a
San Luis Mª Grignion de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y la Redención. Así pues, redescubrí con conocimiento de causa
la piedad mariana, esta devoción madura a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años. […] La devoción mariana no se trata solamente de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad objetiva sobre la Madre de Dios. María es la nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán-Cristo, comenzando por la Anunciación, a través de la noche del Nacimiento en Belén, el banquete de bodas de Caná, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el cenáculo de Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es la Madre de la Iglesia»

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