Santa Faustina Kowalska
Santa Faustina Kowalska
Santa Faustina nació en Polonia el 25 de agosto de 1905. Su nombre de bautizo fue Elena Kowalska. A la edad de siete años escuchó la llamada del Señor en su alma invitándola a una vida más perfecta. En su primera Comunión, con nueve años, experimentó una unión fuerte con Jesús. Desde entonces, los momentos que pasaba en la adoración y en la Santa Comunión fueron lo más solemnes. Desde muy joven sintió la llamada a la vocación religiosa, pero sus padres no se lo permitían.
A los dieciocho años algo le marcó su vida. En una fiesta tuvo una visión de Jesús quien, cubierto de heridas y con vestiduras rasgadas, le dijo: “¿Cuánto tiempo hace que te estoy esperando y tu siempre me pones a un lado?”. Al oír estas palabras se dirigió a la Iglesia de San Estanislao de Kostka. Estando en oración lo escuchó de nuevo: “Ve a Varsovia, allí entrarás en el convento”.
Santa Faustina fue aceptada en el convento de Nuestra señora de la Misericordia y en 1926 empezó su noviciado. Un día Jesús, con apariencia de mendigo, tocó a la puerta y Sor Faustina sin reconocerlo le dio un plato de sopa caliente y pan. Jesús le dijo: “Hija mía, han llegado a mis oídos las bendiciones de los pobres que alejándose de la puerta me bendicen y me ha agradado esta misericordia tuya dentro de los límites de obediencia y por eso he bajado del trono para gustar el
fruto de tu misericordia.”
«Brillan en ella, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la más perfecta caridad. Guardó con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le deposito en sus manos.
A los dieciocho años algo le marcó su vida. En una fiesta tuvo una visión de Jesús quien, cubierto de heridas y con vestiduras rasgadas, le dijo: “¿Cuánto tiempo hace que te estoy esperando y tu siempre me pones a un lado?”. Al oír estas palabras se dirigió a la Iglesia de San Estanislao de Kostka. Estando en oración lo escuchó de nuevo: “Ve a Varsovia, allí entrarás en el convento”.
Santa Faustina fue aceptada en el convento de Nuestra señora de la Misericordia y en 1926 empezó su noviciado. Un día Jesús, con apariencia de mendigo, tocó a la puerta y Sor Faustina sin reconocerlo le dio un plato de sopa caliente y pan. Jesús le dijo: “Hija mía, han llegado a mis oídos las bendiciones de los pobres que alejándose de la puerta me bendicen y me ha agradado esta misericordia tuya dentro de los límites de obediencia y por eso he bajado del trono para gustar el
fruto de tu misericordia.”
«Brillan en ella, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la más perfecta caridad. Guardó con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le deposito en sus manos.
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